CAMINITO DEL REY por María Luisa Sánchez
Ruta: lineal “Caminito del Rey”
Distancia: 8 km.
Desnivel: 105 m.
Duración: 4 h
Coordinadores: José María Padilla y Alfonso González
Crónica: María Luisa Sánchez
Fotografías: José María Padilla - María Luisa Sánchez
El pasado 20 de septiembre, “Al pie del cañón” nunca mejor dicho, visitamos, en la provincia de Málaga, el desfiladero de los Gaitanes, cañón excavado por el rio Guadalhorce de 400 m.de altura y en alguno de sus tramos con solo una anchura de 10 m.

Teníamos prevista la salida de veintiséis compañeros, aunque finalmente solo fuimos veinticuatros, ya que Juan y Pilar, por alguna fechoría que a veces el destino nos tiene inexplicablemente reservadas, no pudieron asistir. (Os esperamos en la próxima)
Comenzamos el día tempranito, cada cual desde su punto de salida hacia Málaga, puesto que teníamos la visita programada y debíamos llegar a la hora prevista. No obstante, como siempre hacemos, nos citamos todo el grupo en Estepa, en el restaurante de turno, en este caso El Polvorón, para tomar un buen desayuno y dirigirnos juntos hacia nuestro destino.
En 2016, en otra ruta organizada por el club en los miradores del desfiladero de los Gaitanes, nuestros compañeros Juan y Pilar si pudieron disfrutarlo y como muestra esta entrañable fotografía de nuestra estimada pareja.
Continuamos hasta llegar al túnel de entrada al Caminito del Rey, una galería excavada en la montaña que teníamos que atravesar de uno en uno, prácticamente a oscuras y con cuidado de no dar con la cabeza en el techo, caminando 1’5 km hasta llegar a la taquilla de entrada.
Llegamos, por fin, a la caseta de inicio y rodeados de otros muchos grupos que por horario establecido en sus reservas les daban paso de entrada antes que al nuestro, quedamos un rato ansiosos a que nos tocara el turno para comenzar a disfrutar de tan esperada visita a un entorno qué, aunque ya conocido por todos por la incesante publicidad que de éste lugar existe en cualquier medio de información y comunicación, no es para nada comparable con las sensaciones que nos transporta cuando se visita y transita directamente.
Por fin, le toca el turno a nuestro grupo, todos muy contentos y debidamente ataviados con los cascos de seguridad que nos entrega la organización, nos ponemos en marcha, no sin antes echarnos unas risas por las pintas que algunos decían que otros teníamos con dicho casquete y, sobre todo, por las redecillas de protección que no sabíamos como encajárnosla, por lo que esta norma nos pareció un tanto incomoda aunque necesaria para evitar accidentes por algún posible desprendimiento de pedruscos, cosa que a mí, al menos, ya me alertó una mijilla y pense: “¿desprendimientos de pedruscos?”.
Ya uniformados y en perfecto orden, comenzamos expectantes el circuito con las sensaciones que a cada cual nos iba a reportar esta, sin duda, extraordinaria experiencia, recorriendo este magistral enclave que es el Caminito del Rey, comenzando a descender por el Valle del Hoyo para adentrarnos en el desfiladero de los Gaitanes.
El Caminito del Rey, como la mayoría de vosotros ya sabéis, comienza en el término municipal de Ardales, atraviesa el de Antequera y finaliza en el Chorro-Álora, siendo éste una de las atracciones mas interesante de nuestra región, visitada diariamente por miles de turista.
Esta increíble construcción, ubicada en los alrededores de las paredes de la garganta de los Gaitanes, es un camino adosado al desfiladero mediante una serie de pasarelas de más de 3 Km. de longitud, llegando algunas de ellas a alcanzar los 105 m. de altura con, a penas, un metro de anchura.
El desfiladero de los Gaitanes es una impresionante obra de la naturaleza que el ser humano ha potenciado inicialmente con fines industriales. Ante la necesidad en el siglo XX de energías eléctricas, deciden utilizar el desnivel existente entre la entrada y salida del desfiladero para construir una presa y, así, aprovechar ambos saltos para generar electricidad.

La excavación de este canal de agua desde los embalses del norte hasta El Chorro, se realizó para dar servicio a la Sociedad Hidroeléctrica del Chorro, propietaria del salto del Gaitero y del salto del Chorro, fundada el 26 de julio de 1903 por D. Rafael Benjumea y Burín.
En aquella época, las comunicaciones eran precarias, por lo que la Sociedad Hidroeléctrica decide construir un camino entre ambos saltos de agua para desplazarse y poder realizar el mantenimiento de dicho canal, ya que era imprescindible crear entre la capital y las obras en la central un acceso para facilitar el paso de operarios, transporte de material y vigilancia.
Estuvo cerrado más de quince años por la peligrosidad y el deterioro, posteriormente restaurado el 28 de marzo de 2015, abierto de nuevo al publico como una de las ofertas turísticas más demandadas a día de hoy.
Durante más de 3 h. caminando por estas imponentes pasarelas, siempre alerta y con cierto “miedito” pero alegres y felices por las espectaculares vistas que desde semejante altura disfrutábamos, no perdimos detalle del lugar, dejando constancia en numerosas fotos.
Por suerte, el tiempo se alió con nosotros y nos acompañó un esplendoroso día con el toque justo de sol y brisa, facilitando nuestro agradable camino, cosa qué, dada las altas temperaturas que estos días veníamos padeciendo, agradecimos sobremanera tanto nuestro grupo como el resto de personas venidas de otros puntos del planeta.
Seguimos caminando alucinados con tanta belleza, llegando a un mirador tipo balcón compuesto por una plataforma transparente, desde donde podíamos apreciar la profundidad del acantilado. No penséis que todos se atrevieron a asomarse, ya que el lugar es realmente impresionante, rozando el susto.

Doy fe de que la sensación fue increíble, sintiendo que tenía el mundo a mis pies.
Para muestra un botón (esos son mis pies)
Otra curiosidad del entorno es un túnel convertido en refugio de varias especies amenazadas de murciélagos, lo que les permite su reproducción y salvaguarda de peligros y amenazas externas.

Igual de sorprendente es la imagen de un fósil incrustado en una de las paredes del acantilado en perfecto estado de conservación que puede pasar desapercibido y que tuve la suerte de ver y admirar. Esto nos indica que esas zonas eran fondos marinos en la era del Jurásico.
A pesar de que es justo reconocer que la organización lo tiene todo muy bien montado a fin de evitar aglomeraciones para que todo transcurra con la mayor seguridad, a veces se les escapa de las manos por la cantidad de situaciones curiosas que en estos pintorescos parajes pueden ocurrir, y como anécdota de nuestra bonita excursión, de las miles que por allí se darán diariamente, un simpático chico, vigilante, nos tuvo un buen rato retenidos, ya que, al parecer, se estaba celebrando, unos metros más adelante, una pedida de mano. (Bueno, pues enhorabuena a la pareja y que les dure muchos años, ya que comienzan su andadura con miras muy altas).
Mientras tanto y para aprovechar el tiempo de espera, nos colocamos en pelotón y conmemoramos este precioso día haciéndonos la habitual foto oficial de grupo, para nuestra revista o cualquier otro uso que cada cual quiera darle.

Antes de terminar el recorrido, nos quedaba el plato fuerte, un puente colgante de acero de 30 m. de longitud y 100 m. de altura con el río Guadalhorce a los pies, que atraviesa el acantilado de lado a lado, con el suelo de rejillas donde mejor no mirar, sobre todo si padeces vértigo. Al pasar por él, sentías un gracioso meneo que te ponía los pelos de punta y no precisamente por el viento ¡No! Aunque, realmente, lo verdaderamente impactante no fue cruzarlo, lo chungo fue decidir hacerlo.

¿Veis esa turista que viene en primer lugar? Se quedó inmóvil en medio del puente y no pasaba ni para un lado ni para otro. No sé si es que estaba paralizada o le gustaba el movimiento cimbreante del largo puente, pero ahí estaba, anclada, sin mover un solo musculo de su cuerpo, mientras todos los demás iban circulando. Me pregunto si lo que quería era aparecer en todas la fotos que íbamos tomando todos los demás.

Una vez fuimos cruzando todo el grupo esta indescriptible e impresionante obra de ingeniería que permite el acceso de un lado a otro del acantilado, nos dirigimos, unos más inquietos y otros más tranquilos, hacia el final del recorrido (Menos nuestra amiga la del puente, que aún sigue ahí, según me informan por el pinganillo desde la organización).


Bajando ya por los últimos metros de las escaleras de madera que aún nos quedaban por recorrer, divisamos al fondo la central eléctrica Nuevo Chorro y el embalse Tajo de la Encantada.


Poco a poco, llegamos a la parte más ancha del recorrido y subimos por encima de la pasarela metálica del puente ferroviario del Gran Capitán.
Maravillosas vistas desde estas pasarelas del Viaducto de los Albercones, un impresionante puente de piedra construido en el Caminito del Rey/Ardales a principios de siglo XX para permitir el paso del tren.
Sin apenas darnos cuenta, concluimos el circuito, que no sé a los demás, pero, particularmente, me supo a poco ya que hubiese deseado dar la vuelta y comenzar de nuevo el recorrido a la inversa, con la curiosa seguridad de encontrar otros muchos rincones y detalles que, presumiblemente, se me escaparon en mi primera visita a tan alucinante lugar.
Finalizando, todos nos dirigimos desde la parte Sur y final del recorrido hacia el autobús, que nos desplazaría hasta la parte Norte desde donde habíamos partido, ya que al ser esta una ruta lineal, tenemos que volver a su inicio para recoger los vehículos, a no ser que te queden ganas de caminar y vuelvas a pie, aunque no era ese nuestro caso, entre otras cosas porque el estomago ya estaba protestando y demandaba cervecita y buenos manjares.
En ese aspecto, no hubo ningún problema ya que almorzamos en el Kiosko, un restaurante justo al lado de donde teníamos los coches aparcados, con agradable y dispuesto servicio y extenso menú con varios platos a elegir, todos buenísimos y abundantes que a más de uno nos costo trabajo darle buena cuenta.
En esta imagen, nuestros coordinadores de ruta y compañía esperan ansiosos que les sirvan el condumio para recuperar las fuerzas perdidas con tantas subidas y bajadas.
Una vez reposados del agradable almuerzo, nos dirigimos cada cual a su vehículo, tomando camino de vuelta muy contentos de haber realizado esta bonita ruta, la primera oficial del cuatrimestre, ¡Comenzamos bien! Esperemos que la climatología de este año nos permita seguir organizando futuras rutas y que todos y todas las disfrutemos.
¡Nos vemos pronto!